20080618

Largo silencio


Hace dos meses que no aparece nada nuevo por aquí... buena señal, pienso; deseo que así se piense: no he estado de ocioso nomás buscando en qué entretenerme.

«El trabajo redime de dolores / la vida arrastra y está bien», escribí hace un buen puño de años. Y lo sostengo. Todo nuevo comienzo implica mucho movimiento, y eso mismo ocurre esta vez. Porque un trabajo no es sólo un ‘empleo’ (usar las energías para un propósito concreto durante un tiempo determinado), es un buen pedazo de la vida. Deja uno los hijos temprano donde no estorben, y de pasada obtengan un ejemplo mejor que el de uno –en la escuela, pues–; pasa ocho horas metido en el changarro y no ve otras caras que las de los compañeros, no convive con nadie más, hasta que se convierten en una especie de familia alterna, y el trabajo, una vida alterna... Una hora-nalga todas las mañanas para llegar, otra hora-nalga para volver... Llevamos diez... Si la jornada se interrumpe para comer, son once, doce horas... Más ocho de sueño... Está uno más tiempo en el trabajo, o dormido, que con los hijos... Los compañeros son más familia a veces que la familia...
Ésa fue una de las mayores razones por las que recibí, muy bienvenido, el adiós en mi trabajo anterior. No tenía tiempo ni ganas ya para los hijos, el jardín, los amigos... Para escribir, para leer. Este espacio se abrió como una pequeña ventana por donde me asomaba a la vida «allá afuera» y dejar que el mundo se asomara «acá adentro»... Ahora estoy la mayor parte del tiempo afuera, así que estas intangibles páginas han estado silenciosas... Pero también amerita su crónica esta fase de la vida, así que intentaré estar por aquí con alguna frecuencia.


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