20080331

Algo así como el final


Se aproxima el rumor de tambores guerreros. Y después de tantos años, me encuentra con las armas herrumbrosas, el cuerpo desusado.

No está uno para lides nuevas, sino para recoger los frutos de viejas gestas, levantar la cosecha de la paz: el arado está pulido y brillante; la espada se patina de años sobre el hogar.
El rumor aumenta. Titilan las flamas sobre sus candeleros. Y no hay tiempo de hacer un frente, no hay gente preparada; mi mano se ha desacostumbrado a la empuñadura. Habré de librar esta batalla desde la sede del general: con palabras e ideas, con simulaciones y discreción. Y no me gusta. No me gusta ya la sangre, tampoco, ni el fragor. Habré de vestir todas las insignias y desplegar el estandarte, desleído ya, antes que los tambores crucen el dintel más exterior. Y esperar. Prometer una demostración de la fuerza que no tengo, a ver si basta para detener las mesnadas que vienen. Y si no, sacar fuerza desde donde no la hay, y defender hasta la muerte lo único que me queda, lo único que quiero: los hijos, las paredes, esta mesa, esta silla.



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Sabiduría Pentathlónica