20020728

La música en la vida diaria


Cuando se habla de música, y más cuando se la escucha, es difícil no convertirse en rehén de las emociones, sean positivas o negativas, apacibles o impetuosas...

...Incluso «Alex», el protagonista adolescente y terrible de La naranja mecánica –novela de Anthony Burguess; película de Stanley Kubrick–, a pesar de su inhumanidad radical y su violencia antihumana (sin pleonasmo), es impelido a meditar sobre los asuntos divinos cuando escucha la Cantata 140 de Johann Sebastian Bach, que nos es muy familiar aunque no la reconozcamos por su nombre («¡Despertad!, nos llama la voz»: glosa la parábola de las vírgenes necias, Mt 25).
En cambio, el mismo «Alex» encuentra en el movimiento final de la Novena Sinfonía de L. van Beethoven (el «Himno a la alegría») un catalizador para su lujuria, que dicho sea de paso, no tiene por qué serlo para nosotros. De hecho, no conozco a nadie «real» que reaccione así ante esa pieza, que tradujo el español Miguel Ríos.
Ahora, un ejemplo del mundo real: ¿cuántos no reconocemos de inmediato el aria inicial, «Oh, Fortuna», del Carmina Burana (Carl Orff, 1934), por la sensación electrizante que nos recorre de la espina dorsal a la punta de los cabellos, nos acelera el pulso y nos convence de que podemos conquistar el mundo con sólo alzar un dedo? ¿Cuántos no doblegamos la voluntad y reflexionamos sobre la propia vida cuando la voz de Hugo del Carril nos interpreta el tango «Uno»?
En nuestra vida moderna, prácticamente no realizamos una actividad que no esté pautada por la música. Dondequiera que estemos es factible encontrar un radio encendido; no importa qué programa de televisión veamos, tiene música de fondo, o por lo menos va y vuelve de comerciales con algunos acordes.
Sin embargo, son pocas las ocasiones en que reflexionamos sobre la influencia que tiene la música en nuestra manera de vivir las situaciones cotidianas; cómo interviene en nuestro estado de ánimo, cómo estimula o deprime nuestra inteligencia y nuestra energía. ¿Se ha preguntado usted cómo serían las cosas si en la verdulería se escuchara jazz en vez de cumbias o rancheras, cuando va a hacer la compra semanal? ¿Ha notado cuán diferente es la ambientación litúrgica y anímica de una Misa cuando hay música de órgano y cuando hay un coro de muchachos influido por el rock and roll?
De eso, estimado lector, lo invito a que conversemos en esta nueva columna.

Publicado originalmente en el Semanario Arquidiocesano de Guadalajara 286, julio 28 de 2002.


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